dilluns, 5 de març del 2012

EL WAGNER REVOLUCIONARIO

Recogemos parcialmente unas ideas interesantes publicadas por Jan Vandenhouwe para el Teatro Real de Madrid con el título " Verdi, Wagner y el espíritu de 1848"


"Richard Wagner sentó las bases de su arte en los años anteriores a 1848. Escribió algunas de sus obras más populares y queridas, como Tannhäuser y Lohengrin, y concibió las grandes líneas de sus obras maestras posteriores como Los maestros cantores de Núremberg o El anillo del nibelungo. Wagner, que ya en 1830 había participado en las revueltas estudiantiles de Leipzig cuando sólo tenía 17 años, reaccionó con entusiasmo a la lucha del pueblo alemán contra todo lo reaccionario. Se había adherido al movimiento literario Joven Alemania (Junges Deutschland), que era más bien una amalgama de ideas inconexas, desde la resistencia a los políticos conservadores y contra la fragmentación de Alemania hasta la defensa de la llamada ‘emancipación de la carne’. Esta trataba del culto al amor libre, unos ideales de pureza mezclados
sin disimulo con deseos de desahogo sexual sin ninguna relación con la emancipación de la mujer. Tannhäuser y Lohengrin no hubieran podido ver la luz sin la literatura de la Joven Alemania. Los años anteriores a 1848 fueron cruciales para el desarrollo intelectual y político de Wagner.
No sólo se dejó inspirar por el ateísmo de Feuerbach y el anticapitalismo de Proudhon, también se sintió atraído por la idea anarquista de la acción terrorista directa contra la explotación por parte de la clase en el poder. Por eso luchó en Dresde, en las barricadas de la insurrección de mayo de 1849, junto con el anarquista ruso Michael Bakunin.
La ‘emancipación de la carne’ propuesta por el movimiento Joven Alemania es uno de los temas centrales de Tannhäuser. El trovador Tannhäuser está siendo zarandeado entre el deseo sexual y la salvación del alma, entre el placer y la pureza, el cuerpo y la mente, lo intuitivo y lo racional, el mundo de la pagana Venus y el de la santa Isabel. El coro desempeña un papel clave. Por un lado representa el mundo de la convención, de la comunidad que excluye lo que percibe como una amenaza y sólo acepta lo que percibe como normal. Todo aquel que es diferente es excluido con violencia. Ese es el destino de algunos personajes en la ópera: Tannhäuser, Venus e incluso Isabel. Cada uno a su manera elige la completa rendición al amor ‘perfecto’. Pero el coro en Tannhäuser también representa a los peregrinos, que han sido enviados a Roma por el establishment como chivos expiatorios. Cuando vuelven purificados son de nuevo admitidos en el grupo, lo que ilustra el famoso coro de los peregrinos “Beglückt darf nun dich, o Heimat, ich schauen”.
Al final de la ópera el coro canta “Heil! Heil! Der Gnade Wunder Heil!” donde Wagner combina el himno cristiano del coro de los peregrinos con el pulso frenético de la música de Venus. Según Slavoj Žižek no se trata aquí de una síntesis o una mera reconciliación entre dos principios, sino de la tensión que quedará sin resolverse hasta la última nota de la obra.
En Lohengrin, la ópera que Wagner terminó en 1848, confluyen todas sus ideas utópicas y progresistas. También en esta obra escenificó la tensión entre el progreso y el conservadurismo, una tensión que se vivía a diario en la realidad política de entonces. Ya en el famoso Preludio, Wagner presenta al caballero del Grial, Lohengrin, como una utopía pura. En ningún momento dará una interpretación concreta a esa utopía y de hecho hasta su muerte Wagner no concretizará sus ideas políticas más allá de conceptos vagos e inconexos, pero la naturaleza sagrada de Lohengrin queda patente con el grandioso La mayor, el sonido etéreo de la orquesta y el incesante fluir de la melodía y la armonía con una tensión perfectamente construida. Su luz cegadora hará que todos los principios reaccionarios se hundan. Eso no impide, sin embargo, que el destino de Lohengrin en el resto de la trama sea el de una figura trágica y solitaria. Es una maravilla utópica que no puede existir en la realidad diaria. El Grial no dejará nunca de ser el objetivo inalcanzable de la perfección.
En Alemania las ideas revolucionarias iban de la mano del anhelo de unidad nacional. Wagner combinó mitologia y patriotismo en Lohengrin. En la escena tercera del acto tercero (“Heil König Heinrich!”) se escucha un claro llamamiento a la unidad nacional: “Für deutsches Land das deutsche Schwert! So sei des Reiches Kraft bewährt!” De manera inequívoca, empleando el término “des Ostens Horden” (las hordas del Este), Wagner advierte a sus contemporáneos de la amenaza del régimen zarista que había apoyado la restauración política y había reprimido con gran violencia las revueltas del pueblo húngaro contra los Habsburgo.
Pronto se ahogó la ola de revoluciones de 1848. Wagner se exilió en Suiza y siguió fiel a sus ideas revolucionarias durante unos cuantos años. A partir de 1854 creció bajo la influencia de la filosofía de Arthur Schopenhauer y se convirtió poco a poco en un pesimista cultural, un esteta anti-político y anti-humanista. Su mujer, Cósima, hizo todo lo posible por borrar las huellas de los pensamientos revolucionarios de Wagner de cartas y escritos, calificándolos como “pecados de juventud”.
Sin embargo un estudio más profundo de sus escritos demuestra que muchas ideas revolucionarias permanecieron presentes en su obra hasta después de 1854. Aunque Wagner terminó Die Meistersinger von Nürnberg veinte años después de la revolución de 1848, esta obra también refleja el movimiento de la unificación alemana. En la obra Wagner se mantuvo fiel al concepto básico de 1845, mismo año en el que creó Lohengrin. El concepto de esta ópera era revolucionario: no hay en ningún lugar referencias a líderes políticos, o formas de gobierno o consejo municipal, en claro contraste con las fuentes históricas que Wagner consultó. El pueblo que se une a los artistas (“Wach auf!”), decide todo y actúa como juez. El arte se convierte en la verdadera patria de los alemanes, y dado que según Wagner la esencia de Alemania no podía ser plasmada en la política, el coro canta en el fi nal “Zerging das heil’ge römische Reich in Dunst, uns blieb doch die heil’ge deutsche Kunst”."

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